Hay películas que son auténticos clásicos, las ves mil veces y ¡te sigues emocionando! Me declaro amante de los clásicos, desde Gilda, pasando por Desayuno con diamantes, La Fiera de mi niña… pero hoy quiero dedicar nuestro post del viernes a un “clásico moderno”, uno estrenado a finales de marzo del año 90. Esta película es Pretty Woman, ¿quién no la ha podido ver?
El film no tuvo prácticamente reconocimiento de la Academia en cuanto a premios. Sólo Julia Roberts tuvo una candidatura como mejor actriz a un Óscar (que no consiguió), pero si se alzó al año siguiente, en el 1991, con el Globo de Oro a mejor actriz de comedia, por dicho trabajo.
Pero la taquilla fue muchísimo más benévola con la película, una premonición de que iba a quedar en nuestra memoria de forma cuasi permanente. Una vez estrenada se puso en el número uno de taquilla en Estados Unidos, recaudando 178 millones de dólares, frente a los 14 millones que tuvo de presupuesto de rodaje.
A día de hoy, en España, esta película sigue consiguiendo los mejores shares, con diferencia, subiendo la audiencia de cualquier canal, de forma meteórica.
Por todas estas razones expuestas y otras muchas, desde MarQuid Consulting vamos a analizar qué podemos aprender desde el punto de vista del marketing gracias a Julia Roberts y Richard Gere. Empecemos.
El punto de partida de la película es la diferencia social acusada en Estados Unidos por la importancia de la imagen, el consumismo y la valoración de las personas por lo que poseen y cómo lo muestran. Este es sin duda el punto clave para analizar desde la visión del marketing, comunicación y la publicidad. Si tienes un buen “envoltorio”, y entiéndase por esto un buen coche, ropa cara, complementos de las marcas de moda, es suficiente para que puedas entrar en la élite. Pero si es suficiente para incorporarse, no lo es para mantenerse. Para ello hay que ser coherentes con la imagen que proyectamos y actuar como tal. La mejor escena que se me ocurre para ejemplificar la frase es el momento de la ópera, Vivian luce espectacular, con un collar de rubíes y diamantes, un vestido ideal, el pelo y maquillaje sublimes, pero a pesar de que su estética la hace destacar de una forma muy positiva en el momento de comentar qué le ha parecido la ópera todo eso se cae estrepitosamente, dejando ver la procedencia de la meretriz. Este aprendizaje tenemos que tenerlo en cuenta de una forma muy clara con nuestras empresas a la hora de ofrecer nuestros servicios y productos, y saber muy bien hacia dónde nos queremos posicionar y a qué públicos hablar. Tenemos que ser una compañía coherente, donde nuestro atuendo sea el adecuado para la función a la que vayamos a asistir. Puede ser tan perjudicial el pasarnos como el quedarnos cortos.
Muy acorde al punto anterior tenemos el segundo punto, que es la importancia de la imagen. Vivian era una prostituta de los bajos fondos de la ciudad y ella vestía y se comportaba de una forma totalmente acorde a lo que era, pero el problema es cuando se encuentra con Edward y sus dos mundos se entrecruzan. Él, consciente de este problema, encuentra rápidamente la solución. El cambio de imagen. La nueva imagen de ella se adapta totalmente al nuevo mundo, pero el cambio es demasiado rápido y sólo es efectivo en el exterior, acarreando numerosos problemas para ambos. Si nosotros tenemos una imagen que, o bien se quedó obsoleta o que no nos permite llegar a los públicos que pretendíamos llegar tenemos que evaluar cómo cambiarla, y cómo nos van a recibir cuándo lleguemos con ella. Esto cobra especial relevancia en las empresas con un pasado, que se han quedado muy anquilosadas en el tiempo pretérito, haciendo que estos cambios tengan que producirse de una forma mucho más estudiada, lenta y cuidada, para que su recepción sea recibida de una forma positiva y nunca conseguir el efecto contrario.
El personaje de Vivian es un ejemplo perfecto de metamorfosis, pasa de un extremo a otro de forma vertiginosa. Su personaje es el de una mujer inteligente, pero por circunstancias de la vida, abocada a un destino poco próspero. En el momento que su vida se cruza con la de Edward todo cambia y ella puede aspirar a tener una existencia completamente diferente. Es la misma persona, pero cambia su “packaging”. Esto aplica de forma directa a lo que nosotros vendemos. Podemos tener lo mejor del mercado, pero si lo vestimos de forma errónea o que pase desapercibido, así lo harán nuestras ventas. Tenemos que tener webs que inviten a contactar con nosotros, que digan en qué nos diferenciamos de la competencia, que inviten a nuestros clientes potenciales a dar el paso, al menos de contactar y de probarnos. Lo que se ve de nosotros es clave para incrementar las ventas.
En su transición de vida, a Vivian no le basta sólo con adaptar su aspecto físico e indumentaria, tiene que saber cómo hablar y cómo actuar frente a las nuevas personas con las que interactúa en su día a día, así como adaptar su modales. Las empresas tienen que saber adaptarse a nuevos mercados, y esto implica tanto con nuevos públicos, nuevos países como las nuevas formas de comercio. La revolución que introdujo internet ha creado un incremento de oportunidades para que la mayoría de compañías puedan contactar de forma directa con sus clientes, haciendo una mayor democratización del comercio y pudiendo encontrar todo lo que necesitemos a través de la Red. Esto hace que las empresas tengan que adaptar sus productos, su forma de vender y de “hablar” con sus clientes de forma diferente. Lo mismo aplicaría con la tendencia a la internacionalización actual. No basta con entrar en nuevos mercados, hay que hacerlo de forma coherente para ser exitosos.
El último punto que me gustaría destacar es que el romanticismo vende, nos encantan las historias de amor, y aunque sean un poco “ñoñas” nos gustan los finales felices, puede que sea porque es lo que vemos desde pequeños en los cuentos de princesas, pero a veces los sueños se cumplen y esto es lo que se ve en la película. Teniendo en cuenta que el marketing de contenidos es el rey, que cada vez más marcas se basan en “crear” su propia historia, historias que venden, que dan contenido y buscan generar engagement con su core target. ¿Podemos crear “marcas románticas”? Si encontramos un producto para ello seguro que tendremos éxito.
Esperamos que el post os sirva de ayuda para gestionar y acometer con éxito vuestros proyectos de marketing, comunicación y publicidad. Nos gustaría mucho que nos dejéis vuestras opiniones sobre si estáis o no de acuerdo con estos marketinianos puntos de vista en Pretty Woman o si tenéis algún otro que aportar.
No me quiero ir sin recordaros nuestra máxima, ¡sólo quien sabe a dónde va el mejor camino!
Directora de Diseño e Implementación